Cuando llega la primavera y empiezan a subir las temperaturas las hojas de los árboles vuelven a tener la tonalidad verde que tanto nos gusta ver, y hacen que nos apetezca más ir al campo con nuestro perro para que pase un buen rato jugando y corriendo mientras nosotros disfrutamos de la naturaleza. Si decidimos que ir al campo con nuestro perro es un buen plan, debemos permanecer alerta en un detalle en el caso de los perros las espigas son toda una amenaza de la que deben huir. Algo que nos parece tan natural puede ocasionarle a nuestro perro más de un inconveniente. Y no solo en el campo, en los parques de las ciudades o pueblos donde vivimos también podemos encontrar espigas.
¿Por qué las espigas pueden ser tan molestas para ellos? No sólo se enredan en el pelo del perro sino que además avanzan hasta penetrar en su piel, entre sus dedos o en sus orificios naturales: ojos, oídos, hocico… pudiendo llegar a producirles heridas graves. Como él camina con la cabeza agachada y rozando todo aquello que se cruza en su camino es inevitable que camine entre las malas hierbas y las espigas, independientemente de la raza de la que se trate porque su altura está al nivel de la maleza.
Hay señales que pueden ayudarnos a detectar que hay algo fuera de lugar:
– El perro tiene un ojo medio cerrado e inflamado. – El perro estornuda sin razón y con mucha fuerza, arruga la nariz y se frota el hocico con las patas hasta el punto de llegar a hacerse heridas.
– El perro se lame las extremidades de manera insistente.
– El perro empieza a mover la cabeza de un lado al otro bruscamente, mientras estamos en la calle o a poco de llegar a casa.
– Que le cueste comer, o babee demasiado, puede tener una espiga entre los dientes. Podemos llegar a encontrar espigas en lugares insospechados, pene, vulva…Tampoco dejes que se las muerda, puesto que tragárselas puede ocasionar un problema aún mayor, llegando a tórax y abdomen son capaces de perforar el intestino tras ser ingeridas, provocando graves lesiones que en muchas ocasiones llegan a ser letales.
Para evitar todo esto sería adecuado que a la vuelta del paseo, cepilles bien a fondo a tu perro y revises que no haya rastro de las espigas ni en el pelaje, ni en las patas, ni en el interior de sus orejas o nariz.
Una recomendación final: Si por un descuido nos encontramos con que el perro ha empezado a mostrar alguno de los síntomas que hemos comentado, debemos llevarlo rápidamente a su veterinario habitual para que le extraigan la espiga lo antes posible, y así nuestro perro seguirá corriendo y jugando feliz.